Todos conocemos especies
emblemáticas de la fauna ibérica, más aún aquellas que están amenazadas o en
peligro de extinción. Lo más habitual, debido a nuestros sesgos cognitivos y a
la educación que recibimos, es que demos mayor importancia a aquellos animales
de mayor tamaño, y que se parecen más a nosotros. Así, a todos nos preocupa la
desaparición del oso pardo cantábrico, pero pocos hemos oído hablar del Broscus uhagonii, un animal del que
apenas se han visto un par de ejemplares en unas lagunas saladas de Toledo. Y
aunque la gente oyera algo sobre este animal, seguramente pensaría algo así
como “¿Y qué más da/para qué sirve este bicho?”. Quizá porque el oso, al ser
grande y peludo, parece más importante que el segundo, que es un “simple”
escarabajo. En cualquier caso, no es mi intención analizar hoy la causa de
estas diferencias, sino hacer un alegato a favor de nuestra fauna invertebrada,
tan poco valorada en general, antes de explicar un reciente avance en el
conocimiento de dos especies endémicas de la península Ibérica: Carabus (Oreocarabus) guadarramus La
Ferté-Sénectère, 1847 y Carabus (Oreocarabus)
ghilianii La Ferté-Sénectère, 1847 (sí, dos escarabajos), llevado a cabo
por dos investigadores de la Universidad de Alcalá.
He aquí unas fotografías para que veáis cómo son estas especies:
Hay que mencionar que la
segunda de estas especies está en el libro rojo de los invertebrados de España.
Estas dos especies son
endemismos ibéricos (no viven en ninguna otra zona del mundo). Su área de
distribución conocida es la que podéis ver en estos dos mapas. El de la
izquierda es el de C. (O.) guadarramus
y el de la derecha el de C. (O.)
ghilianii. Los puntos corresponden a las coordenadas UTM de 10 x 10 km
donde han sido observados. Notad que allá donde habita el segundo, se encuentra
también el primero, pero no viceversa, pudiendo encontrarse en determinados
lugares incluso bajo las mismas piedras.
Es curioso que, pese a su nombre, el que está más
restringido a la Sierra de Guadarrama es el C.
(O.) ghilianii, mientras que el C. (O.)
guadarramus tiene una distribución mucho mayor. Son las cosas que tiene
ponerle el nombre a un animal sin conocer su distribución…
Hechas las presentaciones, os propongo el siguiente ejercicio
mental: Imaginad que de nuestro lince ibérico, supiéramos cómo es el adulto, y
dónde vive. Imaginad que no supiéramos de qué se alimenta. Imaginad que no
sabemos ni cómo son las crías. Imaginad que no sabemos prácticamente nada sobre
su comportamiento. Parece impensable, ya que afortunadamente, los biólogos
llevan años aprendiendo de animales como éste. Sin embargo, es lo que sucedía a
grandes rasgos con estas dos especies de coleópteros. Se conocía la morfología
de los imagos (adultos) pero no las larvas, y apenas nada sobre su biología,
salvo lo poco que se puede inferir de su observación esporádica en la
naturaleza. Gracias a los dos estudios que antes os he mencionado, y que cito
al final del post, ahora conocemos más sobre estas especies.
Los dos trabajos se centran en detalles anatómicos de ambas
larvas, que es algo que al naturalista medio le interesará notablemente menos
que al entomólogo especialista o taxónomo (incluyo uno de los dibujos de los
autores, de una larva de C. guadarramus).
Sin embargo, este conocimiento de la morfología larvaria es esencial para poder
identificar las larvas de ambas especies (igual que nos interesa diferenciar un
lince de un gato montés por motivos obvios). Estos artículos además
proporcionan información interesante de su comportamiento o biología. Por poner
algún ejemplo, las hembras de C. (O.)
ghilianii pusieron en cautividad entre 1 y 9 huevos, que tardaron entre 10
y 17 días en completar su desarrollo embrionario hasta la eclosión. Otro dato
interesante es que las hembras de C. (O.)
guadarramus pusieron huevos viables tras 10 meses de aislamiento de los
machos de su especie, por lo que se ve que pueden esperar al momento oportuno
para la puesta, manteniendo viable el esperma en la espermateca durante meses.
Todavía
queda mucho por conocer de estas especies, como de tantas otras “joyas” de
nuestra fauna invertebrada, y todos los esfuerzos que se hagan para su
conocimiento y protección son pocos. No obstante, todavía le anima a uno saber
que hay gente trabajando en ello...
GILGADO, J. D.; ORTUÑO, V.M. 2012. Carabus (Oreocarabus) guadarramus La Ferté-Sénectère, 1847 (Coleoptera: Carabidae): First Instar Larva and
Reflections on its Biology and Chorology. Animal Biodiversity and Conservation, 35 (1): 13-21.
GILGADO, J. D.; ORTUÑO, V.M. 2011. Biological notes and description of egg and first instar larva of Carabus (Oreocarabus) ghilianii La
Ferté-Sénectère, 1847 (Coleoptera: Carabidae). Annales de la Societé Entomologique de France, 47 (3) 444-456